lunes, 13 de mayo de 2019

Veinte preguntas para pensar (críticamente) la Educación Física Escolar.


Pregunta n° 10

En nuestra actualidad, el campo de la Educación Física, se ve atravesada por diversas inquietudes, producto de las complejidades que conlleva trabajar ante variados escenarios nutridos por una gran interculturalidad que aportan todos los integrantes del mismo.

Una de estas inquietudes se ve reflejada a la hora de realizar la evaluación. La problemática no solo radica en, ¿Cómo se evalúa?, sino también, ¿Qué se pretende evaluar y qué evaluamos realmente?. Diversos son los casos donde las actividades deben ser modificadas, ante la ineficacia o el déficit de algunos integrantes, alterando de manera significativa su correspondiente evaluación, siendo estos otros aspectos, como la predisposición, la buena actitud, etc.

En todo caso, la evaluación es una instancia sin posibilidad de omitir, donde el sistema nos obliga a otorgar un calificativo numérico. El cual, ante el caso anteriormente mencionado, no siempre refleja lo realmente alcanzado en nuestros contenidos. Es ante estas situaciones que debemos contar con una variable extra para poder evaluar diferentes aspectos que se manifiesten (o debemos hacer surgir) en la clase. No solo modelos reproductivos o destrezas corporales, donde aquellos que no cuenten con un amplio dominio de su cuerpo se vean claramente afectados y en situación desfavorable en relación al resto.




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